EL GLADIADOR DEL VERSO
Letras del alma , Versos del corazon . Nacer llorando, Vivir soñando y Morir amando
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AQUEL VIEJO RELOJ (Episodio 15)
Ambos llegaron frente a la puerta de aquel numero trece de la calle del coso. Tristan saco de su bolsillo un manojo de llaves, hurgo con una de ellas en la cerradura abriéndola, entraron a la tienda cerrando de nuevo y rápidamente comenzaron a limpiar recuerdos incrustados entre el polvo que cubría el local, vitrina a vitrina, reloj a reloj perdiendo la noción del tiempo entre tanto tictac y algún cucu que marcaba la hora, terminaron la primera estancia, retiraron el viejo toldo polvoriento que les separaba de la otra estancia, cuando iban a comenzar a limpiar esa habitación, un incansable repicar de cucus les hizo mirar los relojes y casi todos marcaban las doce, Laila dijo que era muy tarde y debían de marchar, en aquel momento Tristan le susurro al oído... espera. Se acerco al viejo reloj tirado en el suelo, lo levanto colocandolo encima del sofá, marcaba las once cincuenta y cinco, lo abrió en canal por las parte de atrás, después de estar unos instantes toquineando en sus entrañas, las agujas comenzaron a moverse y la bailarina se escondió. Tristan volvió a cerrar las fauces del reloj, se acerco a Laila y cogiéndola por la cintura le dijo... déjate llevar. Desnudaron sus cuerpos de cansancio, comenzando un viaje que nunca olvidaran, cuando el viejo reloj marco las doce, la bailarina hizo cucu y una extraña música comenzó a sonar, ambos se dejaron llevar por los sentidos, bailando el vals del reloj... tiriririri cucu cucu, tiriririri cucu cucu, tiriririri ririri ririri riri cucu.
Por Ismael Gimeno
Por Ismael Gimeno
15 de diciembre de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Capitulo catorce)
No habían pasado tres minutos de aquel baile de mascaras rotas, de te quieros olvidados, de pasiones desterradas de la memoria, cuando entro en la habitación el doctor Nieto, para interesarse por el estado del señor Eloy, instando rápidamente a los bailarines a dejar fatigar con tanto ahínco sus débiles corazones, entonces se percataron que había desaparecido como por arte de magia, la que había sido relojera de aquel encuentro aparentemente casual. Laila había quedado con su "amiguete" Tristan, un muchacho esmirriado, huérfano de todo, huérfano de padre y madre y de alguien que por el algo sintiese, y que Laila se trajo de Madrid con el beneplácito de su madre. hablaron por largo tiempo de lo sucedido en el hospital, mientras tomaban un tentempié en la taberna del cojo, donde solían ir dada la amistad del dueño con su madre, un señor alegre y dicharachero, pese a haber perdido en la guerra civil una pierna y un ojo. Después del reconstituyente ambos se dirigieron hacia la vieja tienda de relojes del coso, para hacer alguna limpieza, ya que Tristan tenia llave y destreza entre saetas y tictacs.
Por Ismael Gimeno
Por Ismael Gimeno
28 de noviembre de 2012
la leyenda del zorro
http://www.goear.com/listen/8ce14e0/la-leyenda-del-zorro-djisma
Banda sonora original de la película "la leyenda del zorro" versión integra mezclada por mi dj.Isma, 66 minutos de música en este orden:
01 - Collecting The Ballots
02 - Stol
Banda sonora original de la película "la leyenda del zorro" versión integra mezclada por mi dj.Isma, 66 minutos de música en este orden:
01 - Collecting The Ballots
02 - Stol
en Votes
03 - To The Governor's... And Then Elena
04 - ''This Is Who I Am''
05 - Classroom Justice
06 - The Cortez Ranch
07 - A Proposal With Pearls - Perilous Times
08 - Joaquin's Capture And Zorro's Rescue
09 - Jailbreak - Reunited
10 - A Dinner Of Pigeon - Setting The Explosives
11 - Mad Dash
12 - Just One Drop Of Nitro
13 - The Train
14 - Statehood Proclaimed
15 - ''My Family Is My Life''
THE LEGEND OF ZORRO (JAMES HORNER)
03 - To The Governor's... And Then Elena
04 - ''This Is Who I Am''
05 - Classroom Justice
06 - The Cortez Ranch
07 - A Proposal With Pearls - Perilous Times
08 - Joaquin's Capture And Zorro's Rescue
09 - Jailbreak - Reunited
10 - A Dinner Of Pigeon - Setting The Explosives
11 - Mad Dash
12 - Just One Drop Of Nitro
13 - The Train
14 - Statehood Proclaimed
15 - ''My Family Is My Life''
THE LEGEND OF ZORRO (JAMES HORNER)
6 de noviembre de 2012
4 de noviembre de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Episodio trece)
Después de estar unos diez minutos bailando al son de aquellos acordes por ella misma prohibidos, que siempre transporto en su memoria, Aurora, carente de aire que respirar, dijo a su hija con tenue voz, hija mía, estoy exhausta y hace veinticinco años por mi culpa mal herida, tras lo cual se sentó en la cama y se desplomo una lagrima, intensa y continua por su rostro. Laila al verla, se acerco y con un gran abrazo se fundió con su madre evaporando en leves instantes aquel río de culpa que brotaba de los ojos de Aurora, y tras eso de nuevo el silencio y tras el silencio de nuevo Aurora, se alzo con aire renovado de la estrecha cama, cogió a su hija de la mano y dijo, acompáñame que tengo que hacerme una prueba, sin mas dilación salieron ambas al pasillo, una hija y su bailarina madre, caminaron hasta las escaleras, subieron al segundo piso, observadas por enfermeras y algún que otro paciente que sonreía al ver la vestimenta de Aurora, recorrieron los pasillos hasta la habitación numero ciento trece, Laila entonces retuvo a su madre en la puerta antes de abrirla y pregunto, ¿sabes quien se encuentra en esta habitación? a lo que ella respondió, tan bien como tu, el doctor Nieto me lo dijo, también me ha dicho que tu lo has estado visitando, y que quizás sin saberlo o tal vez sabiéndolo muy bien nos has echo coincidir aquí. Después de esas palabras, giro la maneta de la puerta y abriendo, contemplo la sorpresa de Eloy, que quedo boquiabierto ante las dos mujeres que marcaron su vida, y antes que aquel relojero acertase a decir palabra alguna, Aurora volvió a bailar en su presencia, mientras Laila se sentaba junto a su padre, el cual no daba crédito a sus ojos. Apenas habían pasado dos minutos, Eloy con voz potente dijo a la que siempre fue dueña de su tictac ¡para! mientras se levantaba de la cómoda silla donde se encontraba, se acerco a Aurora y cogiéndola por la cintura, la acompaño en aquel baile de canciones que siempre habían escuchado, de pasiones que hace tiempo tuvieron la destreza de sentir, de acordes prohibidos solo tocados para amar y vivir, aquellos que en el reloj de la vida, nunca creyeron volver a compartir.
Por Ismael Gimeno
Por Ismael Gimeno
29 de octubre de 2012
Poseidon
Quisiera ser cadena
rodeando tu cuello,
y que cada eslabón,
fuese uno de mis besos.
Quisiera colgarme en tus labios,
deslizar por tu cuerpo mis sentidos,
estar pendiendo de tus hilos,
para dejarme caer en tus latidos.
Quisiera ser tu y yo en uno,
uno y tu, solo yo,
yo y uno en ti,
tu y yo en cada uno...
Quiero poseerme en ti.
Ismael Gimeno, El Gladiador del verso
AQUEL VIEJO RELOJ (Capitulo doce)
La señorita anduvo por el pasillo buscando la habitación donde se encontraba su madre, abrió la puerta numero noventa y dos y allí estaba ella, con los brazos extendidos sobre la cama, marcando las cuatro menos veinte, igual que marcaban las saetas de aquel viejo reloj parado, tirado en el suelo en aquella tienda del coso, tenia su madre la mirada ausente, como inmersa en su ultimo baile. Laila al verla en aquel estado, escondió rápidamente el fino vestido que portaba en sus manos, debajo de su amplia falda.
Madre,¿que paso? pregunto con potente voz a Aurora. Un recuerdo ya olvidado me sedujo, un fantasma del pasado me hizo enloquecer y el reloj que sin creerlo siempre quise, paro un instante el tictac de mi corazón, respondió su madre.
El silencio lleno la habitación un par de minutos y antes de que Laila acertara a articular palabra alguna entre sus labios, Aurora levanto el cuerpo de aquella estrecha cama y prosiguió diciendo, si eres tan amable hija mía de entregarme el vestido que tan sigilosamente escondiste debajo de tu falda y que tan bien sujetas entre las piernas, te estaré muy agradecida si también me ayudas a ponérmelo. Pero si ya no te valdrá replico su hija, quiero ponérmelo volvió a insistir Aurora con melancólica voz mientras se levantaba por completo. Laila no pudo entonces negarse y la ayudo a quitarse primero la bata esa del hospital, comenzó después a ponerle el vestido, aunque las pocas carnes de su madre quedaban algo apretujadas, cuando terminaron, Aurora colgó una sonrisa en sus sienes y al son de tantas canciones que siempre había escuchado y que hacia tiempo ya no tubo ganas de sentir, comenzó a bailar, ante la atónita mirada de Laila el que seria su ultimo baile.
Por Ismael Gimeno.
Madre,¿que paso? pregunto con potente voz a Aurora. Un recuerdo ya olvidado me sedujo, un fantasma del pasado me hizo enloquecer y el reloj que sin creerlo siempre quise, paro un instante el tictac de mi corazón, respondió su madre.
El silencio lleno la habitación un par de minutos y antes de que Laila acertara a articular palabra alguna entre sus labios, Aurora levanto el cuerpo de aquella estrecha cama y prosiguió diciendo, si eres tan amable hija mía de entregarme el vestido que tan sigilosamente escondiste debajo de tu falda y que tan bien sujetas entre las piernas, te estaré muy agradecida si también me ayudas a ponérmelo. Pero si ya no te valdrá replico su hija, quiero ponérmelo volvió a insistir Aurora con melancólica voz mientras se levantaba por completo. Laila no pudo entonces negarse y la ayudo a quitarse primero la bata esa del hospital, comenzó después a ponerle el vestido, aunque las pocas carnes de su madre quedaban algo apretujadas, cuando terminaron, Aurora colgó una sonrisa en sus sienes y al son de tantas canciones que siempre había escuchado y que hacia tiempo ya no tubo ganas de sentir, comenzó a bailar, ante la atónita mirada de Laila el que seria su ultimo baile.
Por Ismael Gimeno.
3 de octubre de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Episodio once)
Al escuchar Laila aquellas palabras de su padre, comento, pues Madre siempre me dijo, que nunca volvió a bailar, porque tu no la dejaste. A lo que el señor Eloy replico, pues eso es algo a lo que no voy a responderte, porque tu misma te responderás si te haces estas dos preguntas, ¿estuvo tu madre conmigo en todos estos años? ¿la viste tu bailar durante todo ese tiempo?. La señorita, que ya sabia la respuesta antes incluso de haber hecho ese comentario a su padre, esbozo una leve sonrisa y le dijo, bueno he de marcharme por hoy, para visitar a mi madre, que esta en observación en este mismo hospital, en la planta de debajo a esta, en la habitación 92, ¿quieres verla?. Aquel viejo reparador de relojes respondió, sera mejor que no la vea, pues nada bueno he de contarle, nada bonito queda en mi memoria sobre ella que pueda recordar, ya que el baile de mi vida hace demasiados años que termino, ya no recuerdo cuanto la quise, pero si, todo el daño que por ella en mis carnes yo sentí. La señorita volvió a esbozar una leve sonrisa y partió,bajo las escaleras, hacia la planta de abajo de donde se encontraba, en busca de la habitación donde estaba la madre de todos sus recuerdos borrados de la niñez.
Por Ismael Gimeno.
Por Ismael Gimeno.
6 de septiembre de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Capitulo décimo)
La enfermera, al observar aquel cuadro tan sentido, urgió en preguntar, por cierto señorita ¿son ustedes familiares? a lo que ella respondió, si soy su hija, ante aquellas palabras la enfermera esbozo una leve sonrisa entre confusa y perversa y dijo, ah pues no sabia que el señor tuviese una hija, de echo el nunca menciono pariente alguno que le quisiera. Al oír aquello que nunca quiso escuchar, Laila, con voz tensa y letal replico, tiene usted razón señora, de echo, hasta hace apenas unas horas yo tampoco lo sabia. Y la sonrisa quebró aquellos labios, y el silencio mato a las palabras, y la enfermera enmudeció, se giro y marcho, con el rabo entre las piernas, como perra cabizbaja.
La señorita, siguió por el pasillo hasta donde se encontraba el señor de los relojes, su padre, se abrazaron y el tictac del tiempo se paro entre sus brazos y sintieron cosas que ya habían sentido, pasiones que ambos tuvieron la destreza de sentir, canciones que si habían escuchado y que nunca creyeron que un reloj les iba a hacer recordar. Al instante, y sin mediar palabra alguna, Laila se separo, alzo los brazos mostrandole a su padre aquel vestido de bailarina, entonces dijo, quería devolverte esto, ¿esto? pregunto su padre, eso no me pertenece, hace veinticuatro años tres meses y cinco días que no veía ese vestido, la ultima vez en el teatro real de Madrid, el día que tu madre me abandono, después de una gran exhibición, en la que el reloj que contaba las horas felices de mi vida, se paro, y no echo de nuevo a andar hasta aquella tarde del 9 de abril en la que te decidiste a entrar en mi tienda y a hurgar en las saetas de tu memoria.
Por Ismael Gimeno
La señorita, siguió por el pasillo hasta donde se encontraba el señor de los relojes, su padre, se abrazaron y el tictac del tiempo se paro entre sus brazos y sintieron cosas que ya habían sentido, pasiones que ambos tuvieron la destreza de sentir, canciones que si habían escuchado y que nunca creyeron que un reloj les iba a hacer recordar. Al instante, y sin mediar palabra alguna, Laila se separo, alzo los brazos mostrandole a su padre aquel vestido de bailarina, entonces dijo, quería devolverte esto, ¿esto? pregunto su padre, eso no me pertenece, hace veinticuatro años tres meses y cinco días que no veía ese vestido, la ultima vez en el teatro real de Madrid, el día que tu madre me abandono, después de una gran exhibición, en la que el reloj que contaba las horas felices de mi vida, se paro, y no echo de nuevo a andar hasta aquella tarde del 9 de abril en la que te decidiste a entrar en mi tienda y a hurgar en las saetas de tu memoria.
Por Ismael Gimeno
5 de septiembre de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Noveno episodio)
Al oír Laila aquellas palabras del medico, soltó el teléfono súbitamente, cogió el vestido del suelo, salio a la calle, cerro de nuevo la puerta a cal y canto, y corrió. En el trayecto hacia el hospital donde solían ir recordó, no haber podido escuchar en que habitación se encontraba su madre, llego al hospital, exhausta y meditabunda, busco en la tablilla de ingresados, el nombre de quien en aquella tarde hacia veintinueve años le dio la vida, Eloy Gascon. Leyó, habitación 92, Aurora Garcia, siguió buscando, habitación 117, E. G. esta tiene que ser pensó la señorita, dado el secretismo precedente a todas sus pesquisas. Subió rápidamente las escaleras, corrió por el pasillo hasta que allí estaba, la puerta numero 117, abrió, pero aquella persona no era la que estaba buscando. Siguió por los pasillos hasta que encontró una enfermera, a la que pregunto con voz entrecortada, por favor, ¿Eloy Gascon se encuentra aquí? la enfermera respondió, si claro, habitación 131, ¿131? pregunto Laila sorprendida, la mente ágil y veloz como el rayo de la señorita había detectado la coincidencia con una importante fecha en el calendario, el trece de enero, cumpleaños de su madre, en el que su ultimo cumpleaños había recibido un regalo, anónimo y extraño, del cual ya no se volvió a hablar, ni fue visto ya por nadie, Un reloj femenino de pulsera, donde pudimos leer inscrito estas palabras, "ella lo sabe". La señorita ante aquel dilema, pregunto de nuevo a la enfermera ¿oiga, se puede elegir habitación en este hospital? a lo que ella respondió, pues no, aunque en el caso del señor Eloy todo puede ser, ya que todo el mundo en el hospital le conoce ¿y como puede ser eso? pregunto Laila, la enfermera sonrió y dijo, bueno, es el mejor relojero de la región, arregla todos nuestros relojes y otros complicados utensilios del hospital, hace casi una semana, aun estando en cama, se empeño en revisar un marcapasos, antes de serle puesto a un paciente, y lo hizo, ya que el marcapasos es como un reloj que esta salvando muchas vidas y del cual el señor Eloy sabe mucho, ya que el mismo lleva uno. En aquel momento las palabras de su madre se hicieron presentes en la memoria de la señorita, no se puede reconstruir con las mismas manos, un corazón que has roto. Y la ira quería volver a aparecer sobre los ojos de Laila, pero entonces ocurrió, escucho una tenue y lejana voz casi marchita que le decía...Señorita Laila, estoy aquí, ya me has encontrado. Y el segundero parado que en aquellos días, la vida le había hecho recordar, volvió de nuevo a palpitar, en un frenético pero acompasado tictac, tictac.
Por Ismael Gimeno
Por Ismael Gimeno
4 de septiembre de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Capitulo octavo)
Después de vagar por la ciudad, desconsolada, sin que apenas nadie la felicitase y sin celebrar el que había sido por muy grandes motivos su mas recordado cumpleaños, Laila volvió sobre sus pasos, hacia la que desde hacia mas de dos años hasta la fecha había sido su casa. Fue a abrir la puerta, cerrada con llave a cal y canto, busco su llave, entro y llamo a su madre por su nombre, cosa que nunca antes había echo, pues siempre la había llamado madre, sin recibir respuesta alguna, ando dos pasos, y allí estaba, tirado en el suelo, justo enfrente de sus ojos, en el mismo lugar que había tenido la discusión con Aurora unas horas antes, un extraño vestido, que nunca antes hubo observado,como el de una bailarina de ballet, recordó el colorido, el mismo colorido que el de aquella bailarina que entraba y salia por las ventanitas de aquel viejo reloj de pared, que vio por primera vez, tirado en el suelo, sin rastro de tics tacs, en la tienda del coso.
Con sorpresa, escucho el sonar del teléfono, corrió para cogerlo, reconoció la voz del doctor Nieto, su medico, que ocurre, pregunto con voz temblorosa, a lo que el medico respondió, me llamo tu madre hace un par de horas, la visite y hemos tenido que hospitalizarla, tranquila, no es grave, pero esta en observación. Y algo en el interior de Laila hizo... cucu.
Por Ismael Gimeno
Con sorpresa, escucho el sonar del teléfono, corrió para cogerlo, reconoció la voz del doctor Nieto, su medico, que ocurre, pregunto con voz temblorosa, a lo que el medico respondió, me llamo tu madre hace un par de horas, la visite y hemos tenido que hospitalizarla, tranquila, no es grave, pero esta en observación. Y algo en el interior de Laila hizo... cucu.
Por Ismael Gimeno
3 de septiembre de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ ( Episodio séptimo)
Aurora, al escuchar aquellas terribles y aun así tan ciertas palabras de los labios de su hija, comenzó en silencio a recordar, todo lo que siempre había querido borrar de su memoria, pero que ahí estaban sus recuerdos como tallados en lo mas profundo de su alma. Todo el amor desechado de su juventud, todos los relojes parados, que con tanto cariño le mostraba su enamorado Eloy, mientras intentaba arreglarlos ente su ausente mirada. Fue entonces cuando las lagrimas brotaron desconsoladas desde aquel lagrimal seco, poco acostumbrado al sollozo, hasta regar ampliamente el rostro de aquella anciana madre, con apenas cincuenta y tres años. Laila se resistía a acercarse a consolar a aquella mujer que nunca antes había visto llorar, ante la aparente frialdad de su hija, Aurora le explico entre suspiros confusos, que a veces en la vida tomamos decisiones pensando que son las correctas y nos equivocamos gravemente, pero ya no hay marcha atrás, porque no se puede reconstruir con las mismas manos un corazón que has roto, y eso son cosas que tal vez, nunca te puedes perdonar. La señorita al escuchar estas palabras de su madre, respondió, me alegro que tu nunca te puedas perdonar, porque yo tampoco lo voy a hacer. Dio la vuelta, se encamino hacia la puerta, y sin mediar palabra alguna, cogió su reloj de bolsillo de encima de la cómoda de la entrada, cerro la puerta y partió cuan bailarina de un tic tac.
Por Ismael Gimeno
Por Ismael Gimeno
29 de agosto de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Capitulo sexto)
La señorita permaneció durante casi una hora observando el reloj, intentando buscar entre los escombros de su memoria, restos de aquella imagen impasible del reloj. Mientras buceaba en sus recuerdos, escucho el chirriar de la puerta de entrada, su madre había regresado, la cual quedo sorprendida al observar la sonrisa en el rostro de Laila, cosa que hacia demasiados días que no observaba, al verla se acerco para besarla, entonces se percato del reloj reluciente que con fuerza sujetaba en sus manos, y los fantasmas de su juventud abordaron a la madre, tiñendo de una extrema palidez su rostro y una lagrima cortante bautizo lo que siempre quiso olvidar pero nunca se alejo de sus entrañas.
Las preguntas de su hija volvían una y otra vez y sin descanso, a lo cual, Aurora, su madre, se vio obligada a responder algún fragmento por ella rechazado de la verdad, la única verdad. Laila entonces pregunto a quien pertenecía esa imagen del reloj que ella recordaba y no supo de su existencia en la memoria hasta el día que la vio en aquella tienda del coso. Su madre dijo entonces, la imagen pertenece a un chico de veinticinco años que se enamoro locamente de mi cuando yo contaba veintidós, mantuvimos una relación de cinco años en la que entre tanto apareciste tu, pero también había otro hombre, a quien tu si conociste bien.
Laila volvió a preguntar, ¿pero si el te quería, porque lo dejaste?, Aurora, respondió plácidamente, porque yo quería lo mejor para ti y el solo era un reparador de viejos relojes.
Laila, sin dispositivo que parase el frenético tic tac de su ira, replico... ¡¡¡ Si claro y tu elegiste a aquel supuesto músico drogadicto de Madrid que me llamaba hija y que por suerte nos dejo, después de once interminables años de adicción a tu letargo!!!.
Por Ismael Gimeno
Las preguntas de su hija volvían una y otra vez y sin descanso, a lo cual, Aurora, su madre, se vio obligada a responder algún fragmento por ella rechazado de la verdad, la única verdad. Laila entonces pregunto a quien pertenecía esa imagen del reloj que ella recordaba y no supo de su existencia en la memoria hasta el día que la vio en aquella tienda del coso. Su madre dijo entonces, la imagen pertenece a un chico de veinticinco años que se enamoro locamente de mi cuando yo contaba veintidós, mantuvimos una relación de cinco años en la que entre tanto apareciste tu, pero también había otro hombre, a quien tu si conociste bien.
Laila volvió a preguntar, ¿pero si el te quería, porque lo dejaste?, Aurora, respondió plácidamente, porque yo quería lo mejor para ti y el solo era un reparador de viejos relojes.
Laila, sin dispositivo que parase el frenético tic tac de su ira, replico... ¡¡¡ Si claro y tu elegiste a aquel supuesto músico drogadicto de Madrid que me llamaba hija y que por suerte nos dejo, después de once interminables años de adicción a tu letargo!!!.
Por Ismael Gimeno
28 de agosto de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ ( Episodio quinto)
AQUEL VIEJO RELOJ ( Episodio quinto)
Y seguían pasando lacrimosos los días de la que ahora era la otra vida de Laila, cada segundo era como un tic tac parado en su reloj, y su desazón no aplacaba el mutismo de todos los que la rodeaban, unos callaban por no saber la verdad, y otros por no saber que verdad contar, si la única verdad, o la verdad que mentira tras mentira se había echo ya creíble. Abril ya era historia y pasaba mas de mitad del mes de mayo, hasta que un día, 19 de mayo, un pequeño paquete irrumpió en el buzón de la casa que Laila compartía con su madre, que en este día había salido a hacer unas compras de ultima hora. La curiosidad de la señorita la embargaba al ver aquel bulto en su buzón, el cual se dispuso a extraer aun en ausencia de su protectora madre. En el exterior, un remitente desconocido para ella, Eloy Gascon, al otro lado, una tarjeta sujetada con un precioso lacito amarillo, su color preferido, donde podía leerse, para Laila con todo mi cariño.
Se dispuso a abrir el paquete y en su interior otro pequeño envoltorio opaco donde pudo tocar algo solido, antes de abrirlo se percato de que ponía algo, y no era otra cosa que... Feliz 29 cumpleaños Laila. Lo abrió con la inquietante satisfacción de ver que contenía, y ahí estaba, tan reluciente, tan ansioso de que Laila lo poseyera, era aquel viejo reloj de bolsillo que tiempo antes había echo hurgar en la memoria de la tienda olvidada del coso, donde por primera vez sintió el tic tac que sin saberlo siempre había buscado en el reloj de su vida.
Por ISMAEL GIMENO
Y seguían pasando lacrimosos los días de la que ahora era la otra vida de Laila, cada segundo era como un tic tac parado en su reloj, y su desazón no aplacaba el mutismo de todos los que la rodeaban, unos callaban por no saber la verdad, y otros por no saber que verdad contar, si la única verdad, o la verdad que mentira tras mentira se había echo ya creíble. Abril ya era historia y pasaba mas de mitad del mes de mayo, hasta que un día, 19 de mayo, un pequeño paquete irrumpió en el buzón de la casa que Laila compartía con su madre, que en este día había salido a hacer unas compras de ultima hora. La curiosidad de la señorita la embargaba al ver aquel bulto en su buzón, el cual se dispuso a extraer aun en ausencia de su protectora madre. En el exterior, un remitente desconocido para ella, Eloy Gascon, al otro lado, una tarjeta sujetada con un precioso lacito amarillo, su color preferido, donde podía leerse, para Laila con todo mi cariño.
Se dispuso a abrir el paquete y en su interior otro pequeño envoltorio opaco donde pudo tocar algo solido, antes de abrirlo se percato de que ponía algo, y no era otra cosa que... Feliz 29 cumpleaños Laila. Lo abrió con la inquietante satisfacción de ver que contenía, y ahí estaba, tan reluciente, tan ansioso de que Laila lo poseyera, era aquel viejo reloj de bolsillo que tiempo antes había echo hurgar en la memoria de la tienda olvidada del coso, donde por primera vez sintió el tic tac que sin saberlo siempre había buscado en el reloj de su vida.
Por ISMAEL GIMENO
26 de agosto de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ (Cuarto capitulo)
Al día siguiente, Laila, empujada por el viento de sus recuerdos, volvió a pasar frente a aquella tienda del coso, miro la puerta cerrada, se sentó en el escalón de lo olvidado, entonces una escalofriante desazón, invadió todo su cuerpo, hurgando en sus entrañas. Había salvado a aquel hombre, pero nada era suficiente,
quien era esa persona que le traía tantos recuerdos que nunca hubo creído vivir, de donde venia aquella su pasión por la relojería, tantas cosas inexplicables, que siempre tuvo la destreza de sentir y que nunca creyó haber sentido. Luego levanto su mirada triste y comenzó a caminar entre sus preguntas sin respuesta, ajena a la gente que le rodeaba, con su alma embargada de imágenes, de aquel viejo reloj de bolsillo, de la bailarina en la ventana del reloj de pared tirado en el suelo, y como no, del mutismo de su medico, del hombre ausente en su sofá, de la ambulancia alejándose hacia lo desconocido. Así fue día tras día durante veinte interminables recuerdos de aquel mes de abril que ya nunca olvidara.
por Ismael Gimeno
quien era esa persona que le traía tantos recuerdos que nunca hubo creído vivir, de donde venia aquella su pasión por la relojería, tantas cosas inexplicables, que siempre tuvo la destreza de sentir y que nunca creyó haber sentido. Luego levanto su mirada triste y comenzó a caminar entre sus preguntas sin respuesta, ajena a la gente que le rodeaba, con su alma embargada de imágenes, de aquel viejo reloj de bolsillo, de la bailarina en la ventana del reloj de pared tirado en el suelo, y como no, del mutismo de su medico, del hombre ausente en su sofá, de la ambulancia alejándose hacia lo desconocido. Así fue día tras día durante veinte interminables recuerdos de aquel mes de abril que ya nunca olvidara.
por Ismael Gimeno
23 de agosto de 2012
AQUEL VIEJO RELOJ ( Episodio tercero)
Apenas habían pasado un par de minutos, cuando el medico requirió la presencia de Laila,
entre ambos acomodaron al hombre que ya respiraba, ocasionalmente, en su sillón, para que tuviese algo mas de comodidad, el señor Nieto pregunto a Laila la situación del teléfono, para llamar a una ambulancia, la señorita respondió, si esta debajo del mostrador de los relojes de bolsillo. Mientras el doctor hacia la llamada, Laila hacia el compás en la respiración de aquel hombre, recordando la imagen que había visto en aquel reloj, y fue entonces cuando el compás de la señorita se paro, al notar la mano de aquel hombre casi inerte sobre su mano, aquel tacto, provoco una erupción de colores en su rostro y un palpitar desmesurado de su corazón, como si hubiese sentido un recuerdo abandonado de su niñez. Entonces volvió a entrar el doctor, pidiendo a la señorita que se cerciorase de que no había nadie mas en aquel sitio, ya que tenían que salir todos de allí y cerrar la tienda cuando se llevasen al enfermo. Laila deambulo unos minutos entre aquellos cientos de tics tacs de cada habitación, preguntando con desmesura ¿hola, hay alguien mas por ahí?, ¿hola, cucu, tic, tac?, hasta que escucho la llegada de la ambulancia. El medico saco las llaves de la tienda del bolsillo del pantalón del hombre, entregándoselas a Laila para que cerrase mientras introducían al enfermo en la ambulancia. Cuando hubo cerrado entrego las llaves al doctor, preguntándole donde llevaban al hombre, sin obtener ninguna respuesta, el medico cerro la puerta de la ambulancia y partió. Aquello hizo a la señorita retroceder hasta el escalón de aquella tienda del coso, donde se sentó y lloro, y en cada lagrima estaban, la imagen grabada de aquel viejo reloj de bolsillo, el tacto abandonado de su niñez, pasiones que siempre tubo la destreza de sentir, canciones que si había escuchado y que nunca le dejaron recordar.
Por Ismael Gimeno
entre ambos acomodaron al hombre que ya respiraba, ocasionalmente, en su sillón, para que tuviese algo mas de comodidad, el señor Nieto pregunto a Laila la situación del teléfono, para llamar a una ambulancia, la señorita respondió, si esta debajo del mostrador de los relojes de bolsillo. Mientras el doctor hacia la llamada, Laila hacia el compás en la respiración de aquel hombre, recordando la imagen que había visto en aquel reloj, y fue entonces cuando el compás de la señorita se paro, al notar la mano de aquel hombre casi inerte sobre su mano, aquel tacto, provoco una erupción de colores en su rostro y un palpitar desmesurado de su corazón, como si hubiese sentido un recuerdo abandonado de su niñez. Entonces volvió a entrar el doctor, pidiendo a la señorita que se cerciorase de que no había nadie mas en aquel sitio, ya que tenían que salir todos de allí y cerrar la tienda cuando se llevasen al enfermo. Laila deambulo unos minutos entre aquellos cientos de tics tacs de cada habitación, preguntando con desmesura ¿hola, hay alguien mas por ahí?, ¿hola, cucu, tic, tac?, hasta que escucho la llegada de la ambulancia. El medico saco las llaves de la tienda del bolsillo del pantalón del hombre, entregándoselas a Laila para que cerrase mientras introducían al enfermo en la ambulancia. Cuando hubo cerrado entrego las llaves al doctor, preguntándole donde llevaban al hombre, sin obtener ninguna respuesta, el medico cerro la puerta de la ambulancia y partió. Aquello hizo a la señorita retroceder hasta el escalón de aquella tienda del coso, donde se sentó y lloro, y en cada lagrima estaban, la imagen grabada de aquel viejo reloj de bolsillo, el tacto abandonado de su niñez, pasiones que siempre tubo la destreza de sentir, canciones que si había escuchado y que nunca le dejaron recordar.
Por Ismael Gimeno
22 de agosto de 2012
20 de mayo de 2012
Mensaje en una botella...
Quiero ser un naufrago,
en la isla de tus sueños,
explorar cada día la jungla
de tus profundos deseos.
Alimentarme de tus besos,
saciar mi sed con tu locura,
construir en tus rojos labios,
donde descansar mi cordura.
Adentrarme en los laberintos de tu cuerpo,
vegetar en los pliegues de tu piel,
observar las playas de tu gozo,
y bañarme en el mar de tus jugos.
Quiero ser un naufrago,
y que vengan a rescatarme...
tus te quiero.
Ismael Gimeno
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