Impregnaste mi pincel con tu rojo,
y no fue el carmín de tus labios,
ni tampoco fue acuarela,
ni oleo, ni tempera,
fue tu rojo desenfreno,
que mancho mi pincelera,
con tu rojo y mi pincel,
oh por dios que bien pintamos.
Postdata:
Fue con regla y cartabón que
trazamos las lineas de lo abstracto.
Por Ismael Gimeno
EL GLADIADOR DEL VERSO